El Amor y la Dirección de Empresa

Algo que descubrí desde niña, es el poder tan grande que tengo para amar.

Desde entonces el poder del amor ha estado presente en todos los aspectos de mi vida. Recuerdo que de niña observaba la forma en la que los adultos de mi familia se saludaban o abrazaban, sin estar realmente presentes en el momento, mi percepción era que lo hacían más a modo de protocolo o costumbre, en lugar de una muestra de amor genuina, como si estuviesen seguros que podrían volverse a ver cuando así lo desearán, a perpetuidad, y más importante, estereotipando la muestra de amor como un signo de debilidad y como una práctica exclusiva en la femineidad.

Crecí cuestionando eso, cuando abrazaba a mi familia lo hacía de tal forma en la que realmente sintieran el amor que me inspiraban. Seguí creciendo convencida que el amor es para sentirse y expresarse en todas las maneras posibles. Desde un “Te amo” a tu pareja, hasta una toma de decisión que busque el bien genuino de la mayor cantidad de seres posibles.

Y es aquí donde este amor y filosofía de vida, se cruzan con la Dirección de Empresa. Cuando estudié en el IPADE un gran profesor nos preguntó, “¿Saben por qué les pagan a ustedes?, es decir, ¿saben por qué le pagan a un Director?, la respuesta es simple: ¡Para tomar decisiones!.

Y es algo, que efectivamente sucede, esa capacidad se desarrolla cada día, para una toma de decisión, informada, asertiva y con gran perspectiva de mejora continua hacia la empresa. Mejorar indicadores, como la eficiencia, productividad, crecimiento, ventas, utilidad, innovación, desarrollar barreras de entrada para competidores y formar un gran equipo, entre las más importantes.

En este último punto para mí, sin duda alguna es el más importante y es donde invierto la mayor parte de mi tiempo, análisis y toma de decisión. Y mas allá de ser una perspectiva romántica o muestra de debilidad, es una estrategia inspirada en el amor, amor que nos hace más humanos, y que de manera paralela en los negocios es de largo plazo, que por mucho logra hacer más eficiente a cualquier empresa y crecer los indicadores de manera muy positiva y sostenible.

El amor y los negocios, lo importante de ello, es entender que lo que conforma a una empresa, no son las oficinas, el software o los casos de éxito. El verdadero corazón de una empresa son todos los individuos que la conforman, esos seres extraordinarios que tienen deseos, ilusiones, anhelos, sentimientos, aspiraciones, aciertos y errores. Si errores, en esta parte estamos todos, directores y no directores, el error es una parte inherente del ser humano y bendito sea, por que errar nos permite avanzar y mejorar, sin embargo, en otro artículo escribiré sobre ello. Por ahora y para no desviarnos, el enfoque hacia esos seres humanos, es lo mejor que podemos y debemos hacer como directivos.

Foto: Tim Marshall.

Foto: Tim Marshall.

La dirección también significa dirigir esfuerzos de forma ética, esos esfuerzos son acciones de individuos que pueden representar una gran parte de su vida, es por eso que debemos darle el valor que tiene. Debemos como directivos definir una perspectiva que enriquezca no solo a la empresa o a los clientes, éstas serán consecuencias positivas extraordinarias sin duda alguna, sin embargo, lo más importante es enriquecer la vida de cada uno de los integrantes del equipo.

Debemos estar cerca de todos, escucharlos y sobre todo conocerlos. Conocer sus anhelos, descubrir sus fortalezas y debilidades y ayudarlos a crecer cada día, a que despierte en ellos su pasión para alcanzar sus propios sueños y definir una visión de empresa tan inspiracional y ambiciosa que los enriquezca en todas perspectivas, tanto si permanecen en ella, como que los impulse a la distancia si deciden no hacerlo. Deben y debemos saber claramente que cada uno vale por lo que son, no por lo que hacen.

Hoy llevo más de 12 años dirigiendo equipos multidisciplinarios y a lo largo de este tiempo me he convencido que para ver crecer a las empresas, debemos enfocarnos en crecer el corazón de la mismas. También he descubierto que no hay mejor satisfacción para un líder, que la de ver la forma en la que cada uno de esos seres maravillosos descubren y abrazan su propia grandeza.

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